Alergias en la piel

¿Qué son las alergias de la piel?

Las alergias cutáneas son reacciones exageradas del sistema inmunológico ante sustancias que entran en contacto directo con la piel o llegan al organismo por otras vías (oral, inhalada, inyectada). La piel, como órgano de defensa, responde liberando histamina y otras sustancias inflamatorias, generando síntomas visibles como enrojecimiento, picor, hinchazón o erupciones.

Estas reacciones pueden ser agudas o crónicas, y varían en función del tipo de alergia, el alérgeno implicado y la sensibilidad individual.

Causas más frecuentes

Las alergias de la piel pueden desencadenarse por una gran variedad de sustancias, entre ellas:

  • Cosméticos, perfumes o productos de higiene.

  • Níquel (presente en bisutería y relojes).

  • Látex o guantes de goma.

  • Detergentes y productos de limpieza.

  • Medicamentos tópicos.

  • Alimentos (reacciones cutáneas secundarias a alergias alimentarias).

  • Picaduras de insectos.

  • Polen, ácaros o epitelios animales.


Tipos de alergias cutáneas

Existen diferentes formas clínicas de alergia cutánea, cada una con características específicas:

1. Dermatitis atópica

Es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, frecuente en niños, aunque también puede persistir o aparecer en adultos. Se manifiesta con sequedad, picor intenso, enrojecimiento y placas eccematosas, especialmente en pliegues (codos, rodillas, cuello).

2. Urticaria

Se caracteriza por la aparición súbita de ronchas o habones elevados, rojizos y con picor intenso. Pueden desaparecer en pocas horas o persistir varios días. Puede ser aguda o crónica, y su origen a veces no es identificable.

3. Angioedema

Es una hinchazón profunda de la piel o mucosas, que afecta especialmente párpados, labios, manos, pies o incluso la garganta. Puede aparecer junto con la urticaria o de forma aislada. Si afecta a vías respiratorias, representa una urgencia médica.

4. Dermatitis alérgica de contacto

Ocurre cuando la piel entra en contacto directo con una sustancia alérgena. Las lesiones suelen aparecer en la zona de contacto (manos, cuello, muñecas, orejas…) tras horas o días, y se manifiestan como eccema, enrojecimiento, descamación o pequeñas ampollas.


Síntomas más comunes

  • Enrojecimiento o inflamación de la piel.

  • Picor (prurito), a veces muy intenso.

  • Aparición de habones, ronchas o vesículas.

  • Piel seca o descamada.

  • Sensación de quemazón o escozor.

  • Hinchazón localizada (angioedema).

  • Cambios en el color o la textura de la piel.

En algunos casos, los síntomas pueden extenderse a otras zonas del cuerpo o empeorar con el rascado, la sudoración o el calor.


¿Cómo se diagnostican?

El diagnóstico de las alergias cutáneas requiere una evaluación médica completa que puede incluir:

  • Exploración clínica y análisis del entorno del paciente.

  • Test del parche (patch test) para identificar alérgenos de contacto.

  • Pruebas cutáneas (prick test) si se sospechan otras alergias asociadas.

  • Biopsia de piel en casos atípicos o resistentes al tratamiento.

El diagnóstico correcto es clave para evitar la exposición al alérgeno responsable y establecer un tratamiento eficaz.


Tratamiento y control

El tratamiento dependerá del tipo de alergia cutánea, su causa y su gravedad. Generalmente incluye:

1. Evitar el contacto con el alérgeno

  • Retirar cosméticos o productos sospechosos.

  • Usar ropa de algodón, sin etiquetas que irriten.

  • Evitar joyas con níquel o materiales alergénicos.

2. Tratamiento farmacológico

  • Antihistamínicos orales: reducen el picor y la inflamación.

  • Corticoides tópicos o sistémicos: útiles en brotes moderados o graves.

  • Inmunomoduladores tópicos: en dermatitis atópica persistente.

  • Adrenalina autoinyectable: si existe riesgo de angioedema grave o anafilaxia.

3. Cuidados dermatológicos básicos

  • Hidratar la piel a diario con cremas emolientes.

  • Usar jabones suaves o sin perfume.

  • Evitar duchas muy calientes y secado agresivo.


Consejos para el día a día

  • Mantén la piel hidratada todo el año, especialmente en invierno.

  • Identifica y evita los desencadenantes habituales en tu caso.

  • Lava la ropa nueva antes de usarla.

  • Utiliza guantes para tareas domésticas con productos irritantes.

  • Consulta siempre con un especialista ante brotes persistentes.

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