Asma alérgico
¿Qué es el asma alérgico?
El asma alérgico es una enfermedad respiratoria crónica que se produce cuando el sistema inmunológico reacciona de forma exagerada ante la exposición a alérgenos presentes en el ambiente. Esta reacción provoca una inflamación de las vías respiratorias, haciendo que se estrechen y dificulten el paso del aire.
Es la forma más común de asma, especialmente en niños y adultos jóvenes, y suele coexistir con otras enfermedades alérgicas como la rinitis o la conjuntivitis. Aunque puede controlarse con tratamiento adecuado, si no se trata correctamente puede limitar la calidad de vida y aumentar el riesgo de crisis asmáticas graves.
¿Qué lo desencadena?
El asma alérgico se desencadena al inhalar partículas que el organismo identifica como amenazas. Entre los alérgenos más comunes se encuentran:
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Polen de árboles, gramíneas y malezas.
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Ácaros del polvo doméstico.
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Epitelios de animales (caspa, saliva, pelo).
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Esporas de moho en ambientes húmedos.
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Ciertos productos químicos o irritantes (perfumes, contaminación…).
Además, algunos factores como infecciones respiratorias, el ejercicio físico o cambios bruscos de temperatura pueden agravar los síntomas.
¿Qué ocurre en los pulmones?
Ante la exposición a un alérgeno, las vías respiratorias (bronquios) se inflaman y se vuelven más sensibles. Esto provoca:
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Contracción de los músculos que rodean los bronquios.
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Producción excesiva de moco.
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Inflamación y engrosamiento de la mucosa bronquial.
Todo ello provoca dificultad para respirar, sensación de opresión y los típicos “pitidos” o silbidos al exhalar.
Síntomas del asma alérgico
Los síntomas pueden variar en intensidad y frecuencia, pero los más comunes son:
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Tos persistente, especialmente por la noche o al hacer ejercicio.
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Dificultad para respirar o sensación de falta de aire.
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Silbidos o ruidos al exhalar (sibilancias).
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Opresión o peso en el pecho.
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Despertares nocturnos por ahogo o tos.
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Fatiga o disminución del rendimiento físico.
Los síntomas pueden aparecer de forma esporádica o continua, y se agravan durante las crisis o “ataques de asma”.
Diagnóstico del asma alérgico
El diagnóstico debe realizarlo un especialista en alergología o neumología, y suele incluir:
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Historia clínica detallada con identificación de síntomas y desencadenantes.
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Pruebas de función pulmonar (espirometría) para medir la capacidad respiratoria.
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Pruebas de alergia (cutáneas o análisis de IgE específica) para identificar el alérgeno.
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Test de broncodilatación para confirmar la reversibilidad del cuadro.
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En algunos casos, pruebas de provocación bronquial.
Un diagnóstico correcto permite adaptar el tratamiento y reducir la aparición de crisis.
Tratamiento y control del asma alérgico
El objetivo del tratamiento es mantener el control de los síntomas y prevenir las exacerbaciones. Las estrategias principales incluyen:
1. Evitar el alérgeno
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Reducir la exposición al desencadenante (uso de fundas antiácaros, evitar animales, controlar el polen…).
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Mantener ambientes ventilados, sin humedad ni humo.
2. Tratamiento farmacológico
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Inhaladores de rescate (broncodilatadores): alivian los síntomas agudos.
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Inhaladores de mantenimiento (corticoides inhalados): controlan la inflamación a largo plazo.
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Antihistamínicos o antileucotrienos: según valoración médica.
3. Inmunoterapia específica
Cuando el alérgeno está claramente identificado y los síntomas no se controlan con medicación convencional, la inmunoterapia puede ayudar a reducir la sensibilidad al alérgeno y mejorar la evolución del asma.
Consejos para personas con asma alérgico
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Lleva siempre contigo tu inhalador de rescate.
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Informa a tu entorno (colegio, trabajo, familiares) sobre tu condición y cómo actuar en caso de crisis.
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Realiza controles periódicos con tu especialista.
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Haz deporte de forma controlada y con autorización médica.
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Evita el humo del tabaco, los cambios bruscos de temperatura y los ambientes contaminados.
¿A quién afecta?
El asma alérgico puede aparecer a cualquier edad, aunque es más común en niños, adolescentes y jóvenes con antecedentes personales o familiares de enfermedades alérgicas. Es frecuente que aparezca en conjunto con rinitis alérgica y dermatitis atópica, lo que se conoce como “marcha atópica”.
Afecta tanto en entornos rurales como urbanos, aunque la exposición a contaminación y alérgenos domésticos favorece su desarrollo en zonas urbanas.
